About Me
- Kadaj
- Soy un "escritor" que pretende especializarse en todo lo que tiene que ver con los sentimientos, las reacciones, las variadas formas de razonar y en general todo lo que sea psicología en sí. Darle un porqué a lo que muchos no prestamos atención y poder usar aquello como entretenimiento general.
Seguidores
Mis otros Blogs
Kadaj &Tamarakatsuki. Con la tecnología de Blogger.
NII-SAN Capítulo XVI Parte 1 "Muerto"
11:07 |
Publicado por
Kadaj |
Editar entrada
Base de MiaLove01 (DeviantArt) Dibujo original. (KadajSpira)
Estacionó en la cochera del subsuelo de la Industria. No había
huido, jamás lo haría, sólo había salido sin dar aviso de ello. Había dejado al
presidente y sus guardaespaldas atrás, no los necesitaba.
Apagó el motor sacando las llaves y
volteó a ver su reciente logro; Kadaj. Este se había quedado dormido sobre el
asiento del copiloto. Tenía la cabeza echada hacia un lado y respiraba
levemente. Parecía estar exhausto, su sueño era profundo, apenas se oía su
respiración.
Un tanto incomodó por ser capaz de
despertarlo al bajarlo del automóvil, Sephiroth le quitó el cinturón de
seguridad con cuidado. Pero cuando se proponía a darle la vuelta al auto para
bajar a Kadaj, su teléfono celular sonó estrepitoso. Lo tomó con brutalidad y
atendió para que deje de chillar. Ni siquiera había visto el número que le
llamaba.
<- Sephiroth, ¿dónde estás? Te estuve
buscando por todo Shinra, ¿no mataste a nadie verdad? ¿Ya estás sobrio al
menos?>
- Zack… - atinó a contestar a la lluvia
de preguntas que cayeron sobre él, recordando la última imagen que le había
dejado al azabache; la de él caminando a pasos torcidos con su espada a cuestas
hacia la oficina del presidente – Te dije que iría por Kadaj…
<- ¿Lo trajiste de vuelta?>
- Si – contestó cortante, acariciando el
rostro del menor que se encontraba a su lado, con cuidado de no despertarlo.
<- ¿Y dónde estás ahora? ¿Ya estás en
tu casa?>
- No, estoy en el estacionamiento.
Subiré enseguida.
<- Déjame hablar con Kadaj antes…
-> replicó el azabache aún preocupado por la seguridad del menor. Después de
todo lo que Sephiroth le había relatado, tenía razones para dudar de sus
cuidados.
- Se quedó dormido… y nadie te dio
permiso para hablar con él, de todas formas.
<- Te esperaré en el gimnasio…
hablaré con él cuando despierte-> cortó el móvil haciendo caso omiso a las
actitudes sobre protectoras del cetra. Era algo común ya. Estaba acostumbrado a
que Sephiroth fuera posesivo a toda hora en cuanto a Kadaj se tratase.
Por otra parte Sephiroth cerró su móvil
un tanto molesto, notando como perdía autoridad tratándose de Zack. Mucho más ahora que él conocía gran parte de
lo que consideraba “su vida privada”. El cetra era por demasía precavido, y
odiaba que la gente se le acercara demasiado; el azabache lo estaba haciendo y
esto le provocaba un incontrolable rechazo.
Sin embargo, se propuso a continuar con
lo que estaba haciendo y bajó dándole la vuelta al coche para abrir la puerta
del copiloto. Con sumo cuidado tomó a Kadaj en brazos procurando no despertarlo
y cerró la puerta empujándola lentamente con el pie; no le costaba cargarlo en
lo absoluto. Kadaj tenía un peso pluma para él y se podría decir que hasta
incluso le gustaba llevarlo en brazos, ya que el menor solía tomar una posición
muy sumisa cuando lo hacía. Se acurrucaba buscando escondite cual minino
asustado. Un hábito incontrolable que había adoptado en la infancia.
No
lo despertó, sólo se removió un poco pegándose al pecho de su hermano tras un
leve quejido; lo esperado. Besó sus labios sin poder resistirse, teniendo como
consuelo que por ahora Kadaj no podía reprochárselo.
Caminó hasta el ascensor, cuyas puertas
se cerraron al cruzar el lumbral. Tomó a Kadaj con un solo brazo, arrullándolo
contra su pecho, para poder presionar el botón del piso de su gimnasio. La
música comenzó a sonar, inoportuna como de costumbre, y Kadaj se removió
quejoso por el ruido chillón.
-Tsk… maldita música – el mayor golpeó
el parlante continuo a él haciéndole un profundo agujero y la música se detuvo.
Había hecho más ruido del esperado, pero a Kadaj parecía gustarle el nuevo
silencio que reinaba en el elevador, ya que volvió a posicionar su rostro
contra el pecho de su hermano y le apretó la ropa suavemente con la mano,
acomodándose para seguir durmiendo.
Sephiroth volvió a tomarlo con ambas
manos mientras el ascensor abría sus puertas, encaminándose por el pasillo de
luces bajas que comprendía la senda hasta su gimnasio. Entró siguiendo la
costumbre, dirigiéndose directamente a su sillón, descubriendo que Zack lo
esperaba allí.
- Quítate – dijo estando frente a él,
autoritario y poco modoso como siempre.
- Veo que ya eres el mismo… recuperaste
tu singular humor – sonrió Zack levantándose del sillón para dejarle paso.
Sephiroth recostó a Kadaj con cuidado,
acomodando un almohadón bajo su cabeza, asegurándose de que pueda descansar cómodamente.
Se quitó su tapado de cuero negro, dejando así su torso desnudo, y lo tapó con
la prenda. Una vez convencido de que estaría bien caminó hasta uno de los
sillones más pequeños y se sentó quedando frente al sofá donde descansaba su
hermano menor; vigilando su sueño con cierta obsesión.
Zack miro con atención cada uno de sus
movimientos, apreciando los cuidados que el cetra le otorgaba al menor. Le fascinaba
lo atento que podía ser Sephiroth cuando se trataba de Kadaj. Esa era una de
las razones por las que todavía no podía asimilar el hecho de que hubiera dañado
al pequeño albino; que le hubiera hecho algo tan mundano, sin prestar el mínimo
interés en el rechazo que seguramente le habría ocasionado a Kadaj.
- Aún me debes algunas respuestas… - le
comunicó el azabache acercándose hasta donde estaba Sephiroth.
- Creí que querías hablar con Kadaj
Zack sonrió al notar como pretendía
esquivar sus preguntas. Era de suponer que prefería no hablar sobre lo que
estaba apunto de plantearle, pero aún así no tenía intenciones de quedarse con
las dudas. Se sentó en otro de los sillones más pequeños que estaba junto al
del albino y se relajó.
- ¿Cuándo fue? – su sonrisa se borró al
acabar con la pregunta, ya que pudo ver algo que jamás había visto en
Sephiroth; flaqueó. Sus ojos buscaban apoyo, algo en que concentrarse porque
vacilaba demasiado entre responder o no. Nunca lo había visto dudar, él siempre
le decía las cosas tan crudas como eran.
- … Fue antes de que nos conociéramos… -
al final se decidió por darle una respuesta imprecisa con el animo de retrasar
su reacción, y mantenerlo alejado del tema.
- Pero eso fue hace bastante… -
reaccionó entonces al calcular la edad – ¡¿Kadaj tenía menos de 10 años?! – Por
más que había intentado preparar sus reacciones para no actuar de forma
impulsiva y alarmante ante las posibles respuestas, en ese momento le fue
imposible controlarse. Estaba absorto – Tú… ¿qué sientes por él? – preguntó en
un intento por ubicarse.
- Lo amo – sentenció seguro esta vez.
Sin titubear ni vacilar, dirigiéndole la mirada indiferente de siempre.
Zack se quedó prendido en su mirada,
intentando digerir sus palabras. Era imposible ver en Sephiroth la verdad y la
mentira; sus reacciones siempre eran inmutables e indiferentes ante cualquier
pregunta. Por lo que la duda rondaba por su cabeza.
- ¿Y Kadaj… te ama?
- … Así es.
Otra vez había vacilado la respuesta,
dejando que un amargo silencio circulara por la habitación mientras que ambos
posaban su mirada en el menor que descansaba sobre el sillón frente a ellos. Apenas
se le escuchaba respirar… sumido en un profundo sueño.
- Siempre estás pendiente de él… de lo
que esta haciendo, con quién esta, a donde va. Siempre estuviste detrás de él,
¿verdad?... Lo que yo consideraba “sobreprotección” era “obsesión” en realidad.
- ¿Obsesión? – repitió el cetra volteando
hacia el azabache con un notable tono disgusto. Al parecer no estaba de acuerdo
con la definición que había dado Zack sobre sus sentimientos por Kadaj.
- No creo que sea amor…
- Lo es
- Si lo fuera te hubieras preocupado más
por los sentimientos de Kadaj… te hubieras esforzado más por comprenderlo.
Porque si no lo entiendes, no lo amas por lo que es en realidad, sólo amas una
cara bonita… - la “acusación” de Zack había sido cortante y con animo hiriente,
aunque a Sephiroth no pareciera afectarle. Al azabache no le gustaba en lo más
mínimo que el albino hablara terminantemente de sentimientos que ni siquiera
comprendía.
- ¿Cuál es la diferencia?… Me gusta el rostro de Kadaj y también su
cuerpo.
- ¡¿Lo ves?! ¡A eso mismo me refiero! Te
lo demostraré.
La paciencia de Zack parecía inagotable.
Por más que las respuestas de Sephiroth lo hicieran rabiar, insistía en hacerle
entender que no sólo importaba lo superficial. Porque sabía que intentar
convencer al cetra de que debía dejar a Kadaj en paz, era simplemente
imposible. No había quien le hiciera cambiar de opinión a esa acumulación de
orgullo y egoísmo que hacía llamarse Sephiroth.
Se levantó del sillón en el que se
encontraba y camino hasta una de las botellas de whisky que todavía se hallaba
tirada en el piso. La tomó y la llevo hasta donde se encontraba Sephiroth,
quien lo miraba indiferente aunque también curioso por dónde posaba la mirada.
- Imaginemos que Kadaj es una botella de
whisky…
- ¿Lo comparas con esa cosa tan inmunda?
- Si fuera inmunda no te habrías bebido
todas esas… - reclamó Zack señalando las botellas regadas por el piso – Ahora
concéntrate en lo que digo… Kadaj es esta botella de whisky ¿Porqué la
compraste?
- ¿Qué?
- Contesta, ¿por qué compraste está
botella de whisky y no otra?
- … Por la etiqueta…
El azabache se quedo callado mirando al
cetra quien no parecía comprender la lógica en sus palabras y por ende, no
comprendía el peso que le había dado a su respuesta.
- Bien… entonces, tomaste la botella
porque te gustó la etiqueta. Una vez que la abriste y bebiste el contenido… -
explicó para luego arrojar repentinamente el envase contra una de las paredes
cercanas; rompiéndolo en pedazos y a la vez causando un gran estruendo.
Sephiroth se levantó con una mirada
amenazadora que dirigió a Zack y luego a su hermano, quien se volteó molesto
por el alboroto para seguir durmiendo. Por suerte no había despertado, pero eso
no evitaría que el cetra descargara su descontento contra el soldado.
Se aproximo con la mirada asesina que
sólo él poseía, extendiendo ya una mano al cuello del azabache para
“castigarlo”. Sin embargo, Zack se adelantó.
- Eso es lo que le hiciste a Kadaj –
señaló la botella sin mostrar una pizca de miedo por el estado anímico de su
amigo. Tenía bien claro lo que quería expresar, y un simple ataque de ira no se
lo iba a impedir. – Lo buscaste por su rostro y cuerpo, por su “etiqueta”. Cuando
obtuviste lo que deseabas de él… te aburriste. Ya lo habías vaciado; obtuviste
todo lo que querías. Así que lo alejaste como yo alejé a la botella, y Kadaj
quebró – se acercó a la pared para recoger los pedazos de cristales y los puso
delante del mayor - ¿o me equivoco?
El cetra no respondió, sólo miró los
vidrios en las manos de Zack con el típico desprecio con el que solía mirar
todo y a todos. Finalmente parecía estar entendiendo, o eso aparentaba.
- Tú no lo amas…
- Si lo amo – sentenció tercamente como
de costumbre, a pesar de las pruebas y la certeza de las palabras del azabache.
Convencerlo nunca se consideró una tarea fácil, pero esa actitud superaba lo
imaginado por el soldado. Sus palabras no tenían argumento, sólo eran una
sentencia sin valor que se contradecía a sus acciones.
- Bien, supongamos que tienes razón…
Cometiste un error. – esta vez, Zack caminó hasta las botellas que se
encontraban detrás del sillón negro y tomó una de las pocas que quedaban
llenas. – Te equivocaste y lastimaste a Kadaj sólo un poco – golpeó el envase
levemente contra la pared haciendo que se raje el cristal y el whisky comenzara
a derramarse - ¿Comprarías esta botella? – La puso delante de él como si de un
juicio se tratase.
- No – contestó seguro recalcando la “hipótesis”
del soldado.
- Así dejaste a Kadaj, y con lo
superficial que eres, no podrás amarlo. Déjalo en paz.
Finalmente el albino perdió lo estribos
y tomó al azabache por la ropa de forma amenazante y violenta. Mostrando de a
poco su enojo; única emoción palpable en su rostro.
- No eres nadie para decirme lo que
tengo que hacer. Kadaj me pertenece y puedo hacer lo que se me plazca con él. –
pronunció con una voz más ronca, llena de ira.
- De acuerdo, tienes razón – Zack aun se
mostraba calmado y sereno, no solía reaccionar ante esos impulsos tan comunes
del albino – Sólo déjame decirte que si sigues mirando a Kadaj superficialmente
volverás a lastimarlo, y cuando lo hagas, terminará peor que ahora.
El cetra lo soltó con desgana y se
acercó a su hermano menor con una apariencia indiferente, aunque los que lo
conocían bien, sabían que aquellas palabras lo habían dejado pensando.
Se agachó para estar a la altura del más
pequeño, que seguía durmiendo placidamente como si los minutos fueran horas, en
su mundo, lejos de volver a sufrir por un amor despechado; y le apoyó la mano
sobre la cabeza en forma de caricia.
- No volveré a lastimarlo… Ya te había
dicho antes, que voy a ganarme su cariño, no voy a arrebatárselo esta vez.
Finalmente una respuesta que consiguió
aliviar un poco al soldado. Una señal de que Sephiroth podía utilizar su
“orgullo” cual virtud para alcanzar una meta, y no tan solo como símbolo de su
actitud pedante. Era decidido y de eso no cabía duda. Tal vez a veces fuera
víctima de sus caprichos, pero no era posible juzgarlo. El cetra no conocía los
términos medios, era extremista en todos los sentidos, “si no amaba odiaba”.
El azabache divagó con aquella última
frase, mirando al joven albino por el rabillo del ojo. ¿Eso pasaría si
Sephiroth no conseguía ser amado? ¿Terminaría odiando a su hermano?
No… no lo permitiría.
Una voz femenina resonó en los parlantes
del gimnasio, pidiendo la presencia de Sephiroth en el departamento de
investigación. El cetra le dirigió una última mirada a su hermano menor, quien
se removió quejoso en el sillón hasta que el mensaje dio fin. “Cuida de él”
dijo antes de salir de la habitación sin esperar respuesta.
-… Eso haré…- dijo en símbolo de una
promesa a futuro. Desde ahora, se encargaría de cuidar a Kadaj.
Sephiroth abrió la puerta del
departamento de investigación encontrándose con la dueña de la voz que lo llamó
por los parlantes; Lucrecia.
-¿Qué quieres?- interrogó cortante y
poco modoso a la mujer que apenas había desviado la vista del computador para
verle.
- Necesito tu ayuda para liberar la
habilidad de Riku – respondió ella mientras ajustaba un par de cosas y se
dirigía al tablero donde diagnosticaba a su hijo – y antes que digas que no,
debo mencionarte que mis pedidos están autorizados por el presidente Shinra,
por lo que ahora puedes considerar esto como una orden.
La mujer era claramente tan autoritaria
como Sephiroth, casi se podía ver salir chispas de estas personalidades tan
chocantes. A ninguno de los dos le caía bien el otro, por lo que su relación no
podía pasar de una mera cuestión entre “compañeros de trabajo”, a pesar de que
Lucrecia, era la madre adoptiva de Kadaj.
El cetra no conocía el respeto y la
científica carecía de tolerancia, por lo que se defendía, usualmente, tajeando
su orgullo… donde más le dolía. Sabía perfectamente que recibir órdenes de un
humano sacaba otra mirada en Sephiroth… una de resignación, tal vez.
Pero no, Sephiroth la miró desafiante,
pareciendo probar sus límites, entonces Lucrecia cambió de estrategia.
-No es un trabajo tan pesado… Hasta
incluso puede llegar a gustarte.- exclamó compartiendo una mirada con el
albino, desafiándolo como si estuviera tratando con un animal de instintos.- Tu
tarea, es hacer enojar a Riku.
Las tensiones bajaron. La mujer había
disparado en el lugar correcto, aunque la culpa de saber que puso a su hijo de
por medio para lograrlo, le hacía cosquillas en el pecho.
Sephiroth se acercó al panel para mirar
a través del vidrió polarizado. Allí se encontraba Riku, en el medio de la
habitación sentado en una silla metálica con una luz blanca sobre él, como
esperando ser torturado. Aquel escenario era de su agrado, lo suficiente como
para aceptar el micrófono que le pasaba Lucrecia.
-Enfurécelo… - ordenó la mujer mirando
el tablero.
Riku mantenía los ojos cerrados con
fuerza buscando en su interior aquella habilidad que ni siquiera sabía a qué se
parecía. No tenía idea de lo que buscaba, no sabía ni siquiera donde buscar… La
misión parecía imposible; para él todo lo suyo era normal, ¿cómo saber qué de
lo suyo no era normal?
Suspiró abriendo los ojos para ver el
suelo. No era el agua, por lo que ser el opuesto de Sephiroth no era opción. ¿Y
si en realidad era el complemento de esa persona a la que tanto odiaba? Apretó
los puños de sólo pensarlo, no quería nada con él. No deseaba ni siquiera
compartir el mismo aire con aquella persona. ¿Pero se podía huir de esta clase
de cosas?
- Débil - resonó en los parlantes, irónicamente, esa voz tan odiosa que
parecía haberle leído la mente.
- ¿Qué haces tú aquí? – interrogó reprimiendo la violencia que volvía ronca
su voz; quería matarlo, descuartizarlo.
- No tiene caso que busques tu patético don, jamás serás lo suficientemente
bueno para “él”. Sigues siendo un cobarde, no lo mereces. No puedes protegerlo.
- ¡Cállate! - el sistema de
monitoreo de Riku comenzaba a mostrar actividad, señal de que habilidad estaba
aflorando lentamente, razón por la que Lucrecia alentó a Sephiroth a continuar.
- Hm, él tiene mi marca. Es mío por ello y no te permitiré profanarlo… - “continua”
decía Lucrecia viendo el fruto de su trabajo en los monitores- No puedes
tirártelo, ni siquiera tienes el cuerpo para hacerlo gemir.
La mujer se volteó atónita ante
tales palabras, ya no sabía de qué hablaban.
- ¡¡Cierra la boca!! ¡Para tu información yo no me lo tiro a él! ¡¡El me
tira a mí!!
Ahora ambos en la cabina se habían callado. Lucrecia simplemente no se
movía no podía reaccionar, mientras que Sephiroth transformaba lentamente su
mirada. Hasta el punto en que no pudo retener la ira. Rompió el vidrió que lo
separaba de Riku golpeando de forma seca con su codo, y se metió en el área del
menor, dispuesto a matarlo sin dudar.
- ¡¿Te acostaste con él?! – lo tomó de la ropa y lo golpeó sin piedad. No
necesitaba la respuesta, con matarlo era suficiente.
Riku se cubría de los golpes sin mucha efectividad, Sephiroth claramente
tenía más fuerza y no podía zafarse, pero eso no iba a hacerlo menos. Comenzó a
reírse en su cara, provocando a su hermano mayor, repitiéndole que “sí lo
habían hecho”, que se había acostado con él, que lo había hecho feliz. Sin
embargo, no se debe jugar con fuego, si no te quieres quemar.
Sephiroth tomó su cabeza golpeándolo contra el piso y luego lo arrojó
cruelmente contra una de las paredes.
- Ríe ahora… - dijo haciendo levantar la temperatura en el cuerpo de Riku.
Haciéndole sentir un calor que pronto se volvió insoportable. Quemaba…
Riku intentaba apagar aquel fuego que quemaba su piel, pero no podía, el
daño, era interno. Se retorcía en el piso gritando agonizantemente, desgarrando
sus cuerdas vocales en un intento de aliviar el dolor, pero su temperatura
seguía aumentando. Sephiroth iba a matarlo; iba a incinerarlo.
¿Había valido la pena su lucha? Tanto esfuerzo, tanta perseverancia, para
acabar en la “hoguera”; asesinado por su propio hermano.
El dolor lo abrazó por completo, acercándolo a la locura. Tenía miedo,
ahora si tenía miedo. No quería morir, no sin antes haberse disculpado con
“él”. Quería rogarle, suplicarle que pare, que lo deje vivir. Pero se mordió la lengua en el último instante.
-
“El dolor es momentáneo, el orgullo es para siempre”- Se
repitió en su mente un par de veces.
Sephiroth iba a matarlo, y si tenía que morir, no lo haría como un cobarde.
No se arrodillaría ante él para acabar como un infeliz. Amaba a Kadaj, y
moriría demostrándolo. Refregando en la cara de Sephiroth cuanto se amaban
ellos dos. Demostrándole que podía ser más que él. Y que con suerte, su muerte
serviría para que Kadaj termine realmente odiando al mayor.
Sonrió.
“-No me arrepiento de nada-” pensó resignándose a su destino.
-¡¡¡Sephiroth!!!
El aludido se detuvo en seco al dirigir su mirada a aquella voz afligida
que había gritado con desesperación su nombre. Ahí estaba “él”, junto a una
Lucrecia a la que le temblaban las manos al ver con espanto lo que quedaba de
su hijo. Agitada, ella había corrido a llamarlo. Y ahora Sephiroth se
encontraba reflejado en los ojos acusadores de Kadaj.
El mayor sabía lo que había hecho, sabía que no iba a perdonarlo ni hoy ni
mañana. Había tirado su haz a las brasas y apostado con un par de doses en un
juego con pierna de reyes.
Kadaj pasó junto a él sin siquiera mirarle y corrió para caer de rodillas
junto al cuerpo abatido de Riku. Lloraba, llenándolo de lágrimas que eran
engordadas por las plegarias de un despertar que no era escuchado.
Lucrecia se le unió, pero retenía su sollozo intentando en vano aplicarle
primeros auxilios. No respiraba. Y Kadaj lo sabía. Los paramédicos de Shinra se
hicieron presentes, prestándole servicios a la científica. Pero al registrar el
estado del cetra, simplemente negaron.
Finalmente Kadaj lo miró; posó sus ojos verdes azulados en los grises de
Sephiroth y se le acercó. Su mirada era triste, pero sus ojos, se veían más
grandes de lo normal. Sus pupilas estaban dilatas. El mayor no pudo descifrar
el sentimiento hasta que lo sintió venir… Ira.
Lo golpeó en la mejilla derecha con la palma abierta, dejándole ver la
frustración e impotencia que sentía. Deseaba lastimarlo tanto como él había
lastimado a Riku, deseaba asesinarlo. Intentó volver a golpearlo, esta vez a
puño cerrado, pero Sephiroth detuvo su mano.
-¡¿Cómo pudiste?! ¡¡Era tu hermano!! ¡¡Tu propia sangre!! – el menor no
podía creerlo; no podía entenderlo. Su pesadilla no se había acabado, sólo
había empeorado.
El mayor no decía palabra alguna, no tenía excusa esta vez. No una que
convenciera a Kadaj.
No sabía cómo hacer que lo perdone esta vez.
Los médicos pasaron a su alrededor arrastrando a una Lucrecia
irreconocible, fuera de la sala. Lloraba desconsolada, gritaba y forcejeaba
para zafarse, repitiendo que lo dejaran salvar a su hijo. La voz de Kadaj se
mezclaba con la de ella, gritando en busca de una explicación, insultando,
intentando golpear al mayor a toda costa. Por un momento parecía que todo
pasaba lento junto a ellos, el mal momento se hacía irónicamente extenso. Había
perdido. Esta vez realmente había perdido. Miró el cuerpo inerte de Riku con
asco; envidiando que aún después de fallecido, Kadaj siguiera atado a él.
Matarlo no había sido suficiente; nada lo era. ¿Qué solución podía darle a
esto? ¿Cómo calmaría a su hermanito?, que no cesaba en su intento de
abofetearlo. ¿Cómo se lo ganaría ahora?
-…Hijo… - la voz de Lucrecia los hizo volver a la realidad. Ya no gritaba,
ya no forcejeaba…
Sephiroth levantó la mirada para cruzarla con Riku, que había dejado a su
lado dos paramédicos ensangrentados y se levantaba tétricamente, clavándole una
mirada vacía.
Como si su alma le hubiera sido arrebatada. ¿Estaba vivo?
- Nii-san… - pronunció Kadaj efectuando un pequeño paso hacia él. Pero fue
detenido inmediatamente por Sephiroth, quien tiro de su brazo para ponerlo
detrás de él, buscando protegerlo - ¡¿qué haces?! – se quejó el menor clavando
los dedos en la mano que lo aprisionaba.
- Ese no es Riku…- aseguró el de ojos grises sin quitarle la vista de
encima al cetra que tenía en frente.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario