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Kadaj
Soy un "escritor" que pretende especializarse en todo lo que tiene que ver con los sentimientos, las reacciones, las variadas formas de razonar y en general todo lo que sea psicología en sí. Darle un porqué a lo que muchos no prestamos atención y poder usar aquello como entretenimiento general.
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Kadaj &Tamarakatsuki. Con la tecnología de Blogger.

NII-SAN Capítulo XIV "Confusión"



   Desajustó su corbata y comenzó a desabotonar su camisa; al fin su problemático día había acabado. Sus labores daban fin con la conferencia de hace unas horas, por lo que ahora tenía tiempo para ocuparse de sí.
   
   Cenó con calma, como muy pocas veces lo hacía y decidió preparar su baño. Definitivamente, la bañera era el mejor lugar para poder pensar con claridad. Más aún con el tema que debía plantearse; se dedicaría un tiempo para meditar sobre lo que había “sentido” al dejar a Kadaj en aquel psiquiátrico.
   
   El presidente se metió en el agua, dejando que ésta le cubriera el pecho, y se recostó hacia atrás mirando al techo con indiferencia, intentando relajarse y abrir un espacio en su mente para recordar con claridad aquel momento.

   No le fue difícil… con sólo cerrar sus ojos podía ver a Kadaj en sus brazos, rogándole con una voz suave y dulces caricias que no lo llevara al lugar que tanto le aterraba.
Abrió los ojos un tanto confundido por su reacción ante ese recuerdo. ¿Por qué estaba deseando tenerlo de esa forma otra vez?

   La voz melodiosa de Angela Gherorghiu interpretando Casta Diva, le recordó que, mientras él divagaba, los preciados minutos, escasos en su vida, seguían pasando y no podía detenerse con cada sensación extraña que le surgía. Debía analizar puntos claves y en lo posible terminar esta noche, ya que no contaba con el tiempo necesario como para darse el gusto de pensar en sus problemas personales muy seguido.

   Volvió a cerrar los ojos,  viendo ahora al albino recostado en su auto con la cabeza apoyada sobre su regazo, susurrando palabras que apenas entendía, mientras él, besaba su frente y acariciaba su rostro.

   - Me encanta tocarte, ¿no?- se dijo a sí mismo notando el deseo incontrolable que lo había obligado a tocarle por verlo tan indefenso. 

   Suspiró terminando su baño para dirigirse a su habitación con una toalla a la cintura, ya no tenía deseos de seguir meditando un tema tan complicado que aun no llegaba a comprender. Se detuvo frente un amplio mueble y buscó en el primer cajón su ropa interior.

   - … Shacho…

   El presidente volteó exaltado al reconocer al dueño de esa aterciopelada voz que lo llamaba en un tono cautivador.

   - Kadaj… ¿qué haces aquí? – le interrogaba el mayor al ver al cetra recostado en su cama llevando puesta sólo una de las camisas blancas que el presidente reconoció como suya. Era una de las camisas que más le gustaba, por eso le fue fácil reconocerla, pero ¿era lo único que llevaba puesto?

   Tragó en seco notando que el albino no llevaba pantalones, estaba desalineado y su camisa algo arrugada, como si hubiera estado esperándolo un buen rato en la cama.

   - Vine a verte… - dijo el de ojos brillosos acercándose de rodillas sobre la cama hasta donde se encontraba el presidente – Te he extrañado… me sentí muy sólo cuando me dejaste en aquel lugar…

   - Lo siento… 

El rubio se acercó a la cama sin despegar la vista del albino quien se había sentado en la cama con tan solo separar un poco sus rodillas. 

   - ¿Qué ocurre shacho?... Lo noto un poco… nervioso – habló Kadaj acariciando sobre la toalla la entrepierna de Rufus. Éste, tensionando el cuerpo ante la caricia, pasó sus dedos índice y mayor por el rostro del menor sin sacarle la vista de encima.

   Por otro lado, Kadaj se deshizo de la toalla que cubría al presidente, dejando a la vista la erección que le había provocado.

   - ¿Esto es lo que lo pone nervioso? – preguntó el menor tomando la intimidad con una mano, masajeándola lentamente; clavando la vista en los ojos del rubio, provocándolo así.

   Los suspiros y ligeras quejas en el rubio no se hicieron esperar. Le excitaba el sólo hecho de que le mirara, por lo que ser tocado le hacía desear las cosas más perversas.

   Pronto sintió los suaves labios de Kadaj sobre la punta de su entrepierna, besándola con la devoción de un gran amante. Gimió repentinamente al sentir la traviesa lengua del albino saboreando su glande, ¿cuánto tiempo más iba a torturarlo de esa forma? Deseaba marcarle el ritmo, hacer que su intimidad invada toda su boca hasta lo más profundo de su garganta, pero cada vez que sus manos se acercaban al suave cabello del menor, algo lo hacía retractarse, no quería forzarlo. Pero de repente, sin previo aviso, el albino se detuvo en seco, alejándose del presidente a quien había dejado con un dolor punzante en su extensión.

   - … ¿Duele? – le preguntó divertido con una amplia sonrisa, sentándose hacia atrás; soportando su peso con las manos.

   - ¿Qué es esto? ¿Alguna clase de venganza?

   - No – se apresuró a responder - … ¿es qué acaso usted no me desea, shacho?

   Finalizada la pregunta se recostó en la mullida cama de sabanas blancas, desabrochando los únicos tres botones que mantenían la camisa blanca cerrada, para luego poner ambos brazos a los lados de su cabeza, entregando su cuerpo desnudo al Señor Shinra.

   Sin atreverse a responder a la pregunta anterior, Rufus se colocó entre las piernas del menor y se inclinó para tomar posesión de sus labios carmín. Dándose el gusto de tocar la piel blanquecina de su cetra con ambas manos, hipnotizado por todo lo que tenía servido en bandeja de oro. Bajó, entonces a besar y saborear su cuello, logrando que su excitación vaya en aumento, perdiendo así la noción de lo que hacía.

   - Aah, Shacho… - los gemidos del menor emporaban su situación haciendo que se separe de su piel y se dirija directamente a su entrada, acomodándose mejor entre sus piernas – Hay algo que debe saber… Mi cuerpo… tiene un precio muy alto.

   -Pagaré lo que sea… sólo déjame continuar.

   - No se trata de dinero – rió el albino notando el tono de desesperación en las palabras de su amante – es algo mucho más valioso, too-san (padre)

   - ¡No me importa lo que sea!

   Perdió la paciencia y lo penetró de una sola vez, regocijándose con el calor que Kadaj le propinaba. Sus gemidos se mezclaron y Rufus dirigió su vista hacia el albino, quien se prendía de las sabanas con fuerza, mantenía los ojos cerrados y respiraba con dificultad, cosa que lo encendía todavía más. Comenzó a embestirlo al ritmo en que a él le resultaba más placentero dejando que los gemidos de Kadaj siguieran excitándolo.

   - Aah, ¡Ah! , mmm, Shacho… No debió aah… tocarme… - las palabras de Kadaj lo mantenían atento pero no lo hacían parar. Sólo quería acabar dentro de él.

   - No es momento mm, de arrepentirse ahg… - decía de forma entrecortada intentando en vano regular su respiración para hablarle con calma; sus embestidas no cesaban.

   - El precio… ¡aah! Es demasiado alto… 

   - ¡Ya te dije que el precio no importa! ¡Arg! – se corrió en el interior del albino inundándolo con su esencia.

   Su respiración agitada no le permitía articular ni una palabra. Pero estaba sorprendido de su temor, algo lo tenía demasiado intranquilo.

   - Ya es tarde… Ahora tendrá que pagar… 

   Un fuerte dolor interrumpió su respiración y congeló sus movimientos, la vista comenzó a nublársele y sus manos  temblaron levemente. El terror terminó por invadirlo cuando bajó la mirada para ver a Kadaj y notó qué le provocaba el fuerte dolor. Una mano le atravesaba el pecho sosteniendo su corazón fuera de su cuerpo; incluso aún podía verlo latir mientras se desangraba lentamente por el agujero de su pecho.
Su corazón fue presionado con una fuerza descomunal, haciendo que sangre comenzara a brotar de sus ojos y su grito fuera silenciado por la falta de aire. El tirón que proporcionó esa mano, arrancó el órgano completo por la espalda, haciendo que Rufus callera inmóvil sobre el borde cama y luego al piso boca arriba, mirando el techo.

   Sin poder realizar un solo movimiento sintió como moría lentamente, con los ojos de Kadaj clavados en él como gruesas espinas en el alma. ¿Por qué no hacía nada? No, ¿qué más podía hacer?

   Su asesino se acercó hasta donde el rubio se encontraba, permitiéndole ver en sus manos el órgano robado.

   - El precio es tu vida…

   Inmediatamente reconoció al hombre que le había mutilado sin una sola pizca de remordimiento. Su voz tan pedante como de costumbre, su aire maligno y sus ojos del color ceniza.

   “Sephiroth… maldito… - pensó al no poder articular palabra alguna.”

   Giró su cabeza por inercia y se encontró con el rostro agonizante de una mujer que lloraba lágrimas sin vida, con una expresión de angustia.

   - Alice… - logró pronunciar cuando esta se movió y lo tomó del brazo con violencia llena de ira.

   - ¡¡Tú lo dejaste salir!! 





   Despertó en un grito, reincorporándose brutalmente en su cama, falto de aire,  sudando frío y con un nudo en la garganta. Se tocó desesperado el pecho para asegurarse de que todo estaba en su lugar. ¿Había sido todo un sueño? ¿En que momento se había acostado? No podía recordar siquiera como había llegado a la cama.

   Se tomó por la frente intentando calmarse de alguna forma cuando irrumpió la mucama en su habitación.

   - ¡Señor Shinra! ¡¿Se encuentra bien?! – la criada se acercó muy preocupada – Lo oí gritar y vine lo más rápido que pude… Dios mío, pensé tantas cosas malas en el camino que llegué aquí con el corazón en la garganta.

   - Estoy bien… Tranquila… 

    A la anciana le gustaba cumplir el papel de madre con el presidente desde que su padre la contrató para limpiar la mansión hace ya varios años, a pesar de que Rufus se comportaba como un adulto desde los 12 años de edad.

   - ¿Pero qué le ocurrió?

   - Tuve la peor pesadilla de toda mi vida… eso es todo… ¿qué hora es? – aún se encontraba aturdido, pero prefería no hablar del tema. Se tomó de la cabeza intentando volver en sí.

   - Son las 8:30 

   - Ya es tarde… hazme un favor y llama a la oficina, dile a Alison que tenga preparados los papeles y que le de a Sephiroth algunas misiones extras, no quiero cruzármelo por el día de hoy… - la anciana asintió ante la orden y se retiró dejando al rubio sólo para cambiarse.

    Rufus se levantó adolorido, había sido una de sus peores noches, esa pesadilla no lo había dejado descansar lo suficiente y más aún le molestaba no saber cuando había empezado a soñar. Kadaj no había estado en su habitación, él se encontraba en el psiquiátrico, eso era seguro.

   Cuando terminó de ponerse la camisa notó que se trataba de la camisa blanca que Kadaj llevaba puesta en su sueño.

   - Definitivamente hoy no será un buen día…





   Mientras tanto, Riku se encontraba sentado en una silla de acero, con la cabeza gacha y los ojos cerrados, siendo iluminado por una lámpara blanca que dejaba en penumbras el resto de la habitación.

   - Vas bien Riku, sigue así – dijo Lucrecia desde una habitación en la planta alta, espiándolo por la amplia ventana polarizada que ocupaba toda la pared.

   Monitoreaba las reacciones  anormales en el cuerpo de Riku, esperando que con sólo concentrarse lo suficiente, su hijo lograría hacer reaccionar su habilidad. Pero era más difícil de lo que parecía.

   - No está funcionando… - masculló Riku entre dientes sin abrir los ojos.

   - No te desconcentres… vas bien… - le alentó la mujer pero a penas soltar el botón del micrófono suspiró decepcionada – Tiene razón esto no está funcionando… Si al menos supiéramos cuál es la raíz de su habilidad… - comentó a los científicos que le rodeaban.

   - ¿Y si la habilidad sólo se libera en batalla? – interrogó Katz de la nada.

   - Podría ser… pero, su adversario debe ser Kadaj, Las habilidades de Yazoo y Loz los obligan a usar armas de fuego o golpes mortales… le harían mucho daño. Y Sephiroth… ni siquiera quiero pensarlo, nunca se sabe como reaccionará. Ya intentó matar a Riku, no dejaré que eso vuelva a ocurrir.

   - ¿Tendremos que esperar a que lo traigan de vuelta?

   - Eso parece…

   - ¿Han probado con agua? – intervino Rufus dejando su abrigo sobre el respaldo de una silla, acababa de llegar.

   - Buenos días… - dijeron al unísono Lucrecia y Katz notando la aparición del presidente.

   - ¿Agua? ¿A qué se refiere? – las preguntas del padre de Riku se hicieron nuevamente presentes.

   - Sephiroth tiene como habilidad raíz el fuego, ¿me equivoco? Riku podría ser su complemento, algo así como el shing y el shang.

   - … Interesante… podría ser… - Lucrecia parecía convencida por las palabras del presidente así que le cedió el puesto – Ilústreme.

   - Como gustes…

   El rubio se acercó a la consola y presionó uno de los botones de arriba que estaba cubierto por una tapa plástica. Inmediatamente se activaron los rociadores en la habitación donde se encontraba Riku, despertando al albino de su “siesta concentración”.

   - ¡¡Ah!! ¡¡Esta fría!!  - perdiendo su faceta de niño tranquilo mientras daba vueltas por la habitación buscando en donde cubrirse del agua.

Rufus miraba divertido la reacción del cetra mientras Lucrecia aún miraba los indicadores que medían las anomalías.

   - Aun no… Sigue tan normal como siempre… - declaró observando al presidente.

   - Sigan probando… Yo estaré en mi oficina. No dudes en avisarme si tiene algún progreso…

   - Por supuesto…  - Rufus se retiró antes de que la mujer pudiera acabar la frase. Odiaba cuando hacía eso.





   Las cosas tomaban un aire diferente unos pisos más arriba. Era un ambiente más morboso y oscuro.

   Dejó caer la que ya era su quinta botella de Whisky, y el poco contenido que quedaba dentro se derramó sobre el piso de madera, mojando la parte inferior del sillón de cuero sobre el que él se encontraba recostado.

   El cigarrillo se consumía por sí mismo, descansando entre sus labios inmóviles mientras que su mirada se clavaba en el techo. Colocó la mano con la que había dejado caer la botella, sobre su frente, mareado por la visión tubular que le había causado el alcohol.

   El crujir de la puerta le dio a saber que alguien se había metido en su territorio, sin embargo, la luz que se filtró por allí le impidió reaccionar de manera ofensiva ante la “invasión”. Sus ojos, ya desacostumbrados al fuerte brillo, pusieron resistencia, haciendo que se cubra con una mano tras una queja casi inaudible.

   - ¿Sephiroth? – preguntó el intruso abriéndose paso entre el mar de objetos regados por el piso, con una expresión de preocupación.

    - Hm… Eres tú, Zack… - concluyó el albino relajándose para volver a la posición en la que se encontraba, mirando al techo con devoción, casi hipnotizado.

    - ¡¿Qué ocurrió?! ¡¿Qué te ocurre a ti?! – preguntó de forma más desesperante mirando todo a su alrededor y al mismo Sephiroth quien no se dignaba a prestarle demasiada atención - … ¿Estás ebrio? 

   - … No… - mintió descaradamente, el cetra, sin desviar la mirada, para que el azabache no notara como le daba vueltas la cabeza.

   - No se ni para qué te pregunto… - se dijo a sí mismo el soldado poniéndose la mano en la cabeza y negando con los ojos cerrados  - Por poco y no te reconozco con el aspecto que traes… - comentó y luego notó hacia donde dirigía la vista el albino. 

Siguió su mirada hasta descubrir en el techo una foto de Kadaj adherida al techo, comprendiendo entonces la razón de su degradante estado.

   - ¿Él la pegó allí? – le interrogó intentando no tocar el tema principal del “suicidio”, el cual Sephiroth le había relatado ya, para comprobar primero  si su amigo realmente quería hablar del tema.

    - Si… él lo hizo… Sin embargo, no valoré el detalle ni mucho menos a él. Lo he estado tratando como un objeto para mi propio beneficio, creyendo que con sólo una pequeña muestra de que “todo está bien” podría hacer con él lo que quisiera… por eso intentó quitarse la vida.

    - No es tu culpa… - dijo en un intento de aliviar el peso sobre Sephiroth al ver que sí quería hablar del tema, pero el albino se negaba a recibir una afirmación falsa.

    - No pude comprenderlo… No pude comprender su dolor… Y tampoco me importó comprenderlo… ¿Crees que haya querido vengarse haciendo eso?

    - Dudo que Kadaj quiera hacerte daño de esa forma tan vil… Incluso dudo que él pretenda alguna vez hacer algo con el ánimo de lastimarte… él no es así… - afirmó el azabache muy convencido de sus gratas palabras sobre Kadaj,  sin notar que estás habían sido un golpe bajo para el mayor.

    Sephiroth sonrió irónicamente y tomó su  espada estando aún acostado, haciendo que Zack retrocediera unos cuantos pasos. ¿Qué mosco le había picado ahora? Si el albino era peligroso ya de por sí, no se lo imaginaba ebrio y con su espada en mano.

    - Yo no me lo merezco… No me merezco a Kadaj – masculló levantándose tambaleante sobre el sillón aún con la sonrisa irónica sobre su rostro – lo he lastimado demasiado… - continuó diciendo mientras extendía su espada haciendo que se clave en el pecho pintado de la foto de Kadaj – debo ganármelo…

    - ¡Exacto! – lo alentó Zack viendo en Sephiroth la voluntad de mejorar.

    - Si me lo gano… obtendré su confianza…

    - ¡De eso se trata!

    - Ya no sentirá miedo ni tristeza…

    - ¡Así es!

    - Y podré follármelo cuando se me plazca...

    - ¡¿Qué?! – Zack se quedó mirando a Sephiroth boquiabierto.

    Por la ebriedad y emoción del momento, el albino no se percató de que Zack no estaba enterado de su verdadera relación con Kadaj, y esa última frase se la había dado a conocer de forma inesperada.

    Sephiroth desclavó la espada lentamente y miró al azabache sin saber bien que decir. No sentía vergüenza ni miedo, se mantenía indiferente, pero al no entender en totalidad la reacción de Zack, la cual consideraba exagerada, las palabras no conseguían salir de sus labios.

    - … ¿Quieres… con tu hermano menor? – la palabra principal de la frase era incapaz de pronunciarla. Zack no salía de su asombro, y por más que intentaba sonar calmado, la tonada de nerviosismo en su voz era inminente. No terminaba de comprender como llegó su amigo, quien profesaba un cariño “algo enfermizo” por su hermano, a querer llevarse a la cama al menor.

    - Por supuesto… - respondió Sephiroth como si fuera un hecho deducible – solía negarse a que le tocara… a que lo hiciera mío… soy un idiota… - se dijo a sí mismo, bajando su autoestima, muy extraño en él – cuando comenzaba a dejarse hacer lo ahuyenté con un simple gesto… no comprendo esos sentimientos humanos que dice tener…

    - ¡Espera! Ve más despacio… ¿O sea que tú ya… -

    - ¿Si lo follé? Si… 

    Zack cada vez estaba más confundido, tenía la cabeza a punto de explotar, era demasiada información.

    - Tú… no le hiciste nada por la fuerza, ¿verdad? – preguntó preocupado por Kadaj.

    El cetra se quedó en silencio, vacilando si una respuesta afirmativa desataría una reacción aun peor en el azabache, quien, con tan sólo su silencio lo dedujo, tomándose por el seño con una expresión entre angustia y enojo.

    Hace algunos años había conocido a Kadaj y nunca había comprendido el porqué de su reacción evasiva con Sephiroth. A pesar de que el mayor siempre lo protegió, lo trató con cariño cuidando cada una de sus palabras y se le transformaba el rostro al verlo, volviéndose completamente sereno y calmado, Kadaj lo evadía, se alejaba cada vez que éste se le aproximaba. 

    Zack se convencía a sí mismo pensando que Kadaj consideraba a Sephiroth como una figura imponente y que esto le asustaba, pero ahora le encontraba el verdadero sentido a todo. Sephiroth lo deseaba, quería generarle confianza para poder tocarle y Kadaj no lo aceptaba, no lo veía con los mismos ojos que el mayor, por eso huía. Más razones tendría si su hermano mayor ya le había tocado por la fuerza.

    - ¿Cuándo? – volvió a preguntar sediento de información, para luego levantar la vista y mirarlo con preocupación, expresión que Sephiroth no pudo deducir. - ¿Lo lastimaste mucho?

    - No tengo tiempo para estar hablando contigo… debería ir a sacar a Kadaj de ese psiquiátrico – pronunció con desprecio esquivando las preguntas de Zack mientras se bajaba del sillón con espada en mano.

    - ¡¡No puedes salir así!! ¡¡Pensaran que vas a asesinar a alguien!!

    Por más que Zack le gritaba advirtiéndole, Sephiroth no lo escuchaba; estaba demasiado ebrio como para que eso le importara. Sólo pensaba en recuperar lo que era suyo.

    Entró en la oficina de Rufus sin pleno aviso, empujando la puerta con violencia; recargándose sobre ella al no poder mantener el equilibrio.

      El rubio se lo quedó mirando desde su lugar, sentado en el sofá, mientras sostenía por un extremo los papeles que Alison le estaba entregando. Intentaba no demostrar su creciente miedo, debía mostrarse poco interesado en su actitud para no darle la oportunidad al albino de tomar el control. Lamentablemente la pesadilla que había tenido no ayudaba en su causa.

    - ¿Dónde está Kadaj? – interrogó Sephiroth sin alzar la voz pero en un tono amenazante, típico de un asesino, mientras que de un paso se acercó al escritorio clavando su espada en el mismo, atravesándolo con un simple movimiento para usarla como apoyo y así mantenerse en pie.

     Alison se alejó de un salto soltando los papeles que quedaron en las manos del rubio. No podía ocultar su miedo, estaba aterrada por la violencia con la que el cetra se dirigía al presidente. Temía que fuera a hacerle daño a la persona que amaba, ya que parecía que iba a matarlos a ambos en cualquier momento.
 
     Por su parte, Rufus bajó la vista cuando lo tuvo a pocos centímetros de sí. Sabía que mirarlo a los ojos no sólo acabaría con la “calma” que había logrado acumular, sino que también se vería como un reto para Sephiroth, por ahora sólo quedaba respetarlo. Se maldecía mentalmente por tener a Kadaj tan lejos; Sephiroth nunca hubiera actuado de esa forma estando su “hijo” cerca, él podía mantenerlo al margen.

    - Kadaj está en el psiquiátrico… - le respondió el presidente dejando el papeleo sobre la mesa, esperando que la respuesta sea suficiente para que se marche.

    Sin embargo, la tramoya le salió al revés. Sephiroth perdió los estribos con su contestación, la que consideró altanera, y lo tomó rápidamente del cuello, haciendo que sus guantes de cuero crujieran por la presión que ejercía.

    - No juegues conmigo… - le advirtió con la voz rasgada de ira – Voy a traerlo de vuelta… dime dónde está…

    - … Está bien… tranquilízate… - pidió el presidente comenzando a asfixiarse, así perdiendo la poca calma que había reunido, sino hacía algo iba a ser asesinado ahí mismo.

    Alison quedó inmóvil en un rincón, sin saber que hacer, cómo reaccionar o qué decir. Sephiroth no era un cetra del cual se pudiera fiar, más ahora que Kadaj no estaba para ayudar al presidente. El autocontrol de Sephiroth era casi nulo por lo que era más conveniente acceder a sus caprichos por hoy.

    - Deja que me cambie… e iremos… por él – intervino Rufus antes de que Alison pudiera hablar, dejando su último suspiro para articular esa frase.

    Sephiroth soltó al presidente dejándolo respirar. Había quedado satisfecho con eso.
    - ¿Por qué no te adelantas? – propuso Rufus respirando entrecortado tomándose del cuello, un poco más y no estaría consiente para decir aquello.

    Sephiroth se retiró sin decir más y a Alison al fin le volvió el alma al cuerpo. Corrió desesperada para auxiliar al presidente pero sin poder formar una frase coherente, su mente aún no funcionaba bien después de aquel susto.

    - Maldito Sephiroth… - masculló el presidente recuperando el aire.





    Riku salía de la habitación de experimentación completamente empapado, había estado bajo las regaderas mucho tiempo sin entender que tenía que ver el ser mojado con su habilidad. Tenía que secarse antes de pescar un resfriado.

    Caminó leyendo las instrucciones que le había dejado Lucrecia en un papel. Shinra aún era un lugar desconocido para él, era demasiado amplio como para memorizar los pasillos que no había tenido la oportunidad de recorrer.

    Sephiroth caminaba por el otro extremo del pasillo con la cabeza gacha, mirando sus pies los cuales daban pasos torcidos y el piso parecía moverse hacia los costados. Era la primera vez que se embriagaba, e intentaba corregir en vano su andar tambaleante.

    Ambos entraron al mismo  ascensor sin siquiera notarlo hasta que ambos dirigieron sus manos al tablero presionando dos números distintos. Miraron las manos del otro y luego subieron por los brazos hasta verse a la cara. Se quedaron en silencio viéndose por unos minutos hasta que decidieron soltar los botones y alejarse un poco el uno del otro.

    Riku desvió la mirada mientras la puerta de elevador se cerraba, intentaba concentrarse en otra cosa que no sea el odioso ser que tenía a su lado. Pero algo en el reflejo de la ventana lo perturbó hasta el punto de tener que voltearse.

    - ¡¿Qué tanto me ves?! – Sephiroth no le quitaba la vista de encima haciéndolo sentir incomodo.

    El mayor no le respondía, sólo lo miraba fijamente con una expresión extraña, una expresión que no podía deducir. 

    De repente dio un paso hacia el menor, haciendo que Riku retrocediera de forma defensiva.

    - ¡¿Quieres pelear?! ¡¿es eso?! Pues créeme que n—

    Riku fue silenciado de la forma menos esperada. Sephiroth lo había acorralado contra la gruesa ventana de vidrio del ascensor y le había robado el aire. Su lengua invadía la boca del menor, rosando la suya bruscamente, abrazándolo de forma posesiva, clavando sus ojos grises entre abiertos en los celestes de Riku, que no podía cerrar de la sorpresa. 

    “- Él me está… me está… ¡¿me está besando?!” – el sólo pensar el hecho lo hizo reaccionar. Con todas sus fuerzas intentó despegarlo de sus labios, romper con ese abrazo y después escupir toda aquella saliva intrusa en su boca que había profanado el sabor que Kadaj le había dejado hace tiempo. Aquel sabor que había conservado. Nuevamente Sephiroth le arrebataba lo que tanto quería.

    - ¡¡Quítate!! – Lo odiaba tanto, pero tanto; y le asqueaba, realmente le asqueaba esa extraña faceta en su hermano mayor.

    - ¿Qué ocurre, Kadaj? Si a ti te gusta que te haga esto… 

    “- ¿Kadaj?... ¡¿Él cree que soy Kadaj?!” – comenzaba a entender su comportamiento, pero ¿cómo era posible que se los haya confundido?

    - No te muevas… - le susurró al oído haciendo que un escalofrió recorriera el cuerpo de Riku, su voz lo ponía de los pelos, quería sacárselo de encima y matarlo a golpes ahí mismo, pero su mente quedó en blanco al sentir la boca de Sephiroth en su cuello.

    - ¡¡Maldito quítate!! ¡¡No soy Kadaj!! – ya comenzaba a desesperarse ¿de verdad creía que era Kadaj? ¿Qué iba a hacerle entonces? 

    La puerta del ascensor se abrió y enseguida se escuchó como alguien se ahogaba al beber algo y tosía sin parar. Loz, quien se dirigía a beber café con Yazoo se ahogó al ver tal escena y dejó caer la taza al piso.

    “- ¡¿También con Riku?! ¡¿Qué es esto?! ¡¿Un puterio?!”- pensaba el de cabello corto apenas logrando dejar de toser.

    - ¡¡Déjame!! ¡¡Maldito pervertido violador!! – le gritó Riku a Sephiroth haciendo reaccionar a Loz quien de un empujón logró sacarle a Sephiroth de encima.

    Apenas estuvo libre Riku le propinó un puñetazo al mayor con todas sus fuerzas dejando al mayor apoyado contra la pared contraria del ascensor.

    - ¡¡Reacciona imbécil!! ¡¡No soy Kadaj!! - abandonó el ascensor un poco más relajado con aquel desahogo y pudo sentir el olor a alcohol que despedía Sephiroth a medida que la puerta se cerraba a sus espaldas y el elevador continuara su camino - ¿Estaba ebrio?

    - Pues apenas se abrió la puerta despidió olor a alcohol… maldito Sephiroth… - comentó Loz intentando concentrarse - ¿estás bien?

    - Si – asintiendo – sólo tremendamente asqueado…

    - Yo igual… créeme – paso un brazo por su hombro logrando sacarle una sonrisa al menor – Pero no hay que dejar que aquel pederasta nos haga vomitar… no de nuevo.

    Finalmente consiguió sacarle una risa a Riku, más que aliviado de tener a Sephiroth bien lejos, aunque se sentía angustiado de haber perdido lo que le quedaba de Kadaj, aquel cosquilleo en sus labios.

    - ¿Cuándo volverá Kadaj?


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